Fotografía: IGOR QUIJANO, extraída de EL PAÍS

Zegama-Aizkorri: El templo sagrado del trail running

Fotografía: IGOR QUIJANO, extraída de EL PAÍS

Cuando se habla de maratones de montaña en el mundo, hay un nombre que resuena con un respeto casi religioso: Zegama-Aizkorri. Para los amantes del trail running, esta carrera no es simplemente una competición: es un rito, una ceremonia anual que mezcla la dureza del terreno con la pasión de un pueblo y la leyenda de grandes corredores como Kilian Jornet. En este artículo repasamos los orígenes, la historia, las condiciones únicas de esta prueba y su papel central en la cultura del trail.

 

Origen e historia

La Maratón Zegama-Aizkorri nació en el año 2002, en el pequeño municipio de Zegama, en el País Vasco. La idea era ambiciosa: crear una carrera de montaña de alta exigencia que recorriera los picos del macizo de Aizkorri, en plena sierra vasca, un terreno tan bello como implacable. Lo que comenzó como un evento relativamente local se transformó en pocos años en un icono internacional del trail.

Desde sus inicios, Zegama destacó por su autenticidad, su trazado natural sin artificios, y sobre todo por el ambiente único que se vive a lo largo del recorrido. A día de hoy, forma parte del Golden Trail World Series, lo que la coloca entre las carreras de montaña más prestigiosas del planeta.

 

El recorrido: dureza y belleza en estado puro

El trazado de la Zegama-Aizkorri tiene una longitud de 42,195 kilómetros, con un desnivel positivo de 2.736 metros y un desnivel acumulado total que supera los 5.400 metros. Se trata de un recorrido circular que comienza y termina en Zegama, atravesando montañas icónicas como el Aizkorri (1.528 m), el Aratz, o el Andraitz, combinando sendas técnicas, ascensos verticales y crestas escarpadas.

Uno de los tramos más míticos es la subida a Sancti Spiritu, donde el sendero se convierte en una calzada empedrada antigua, resbaladiza y brutalmente inclinada. Allí, miles de personas se agolpan a ambos lados del camino, animando sin descanso, creando un ambiente que muchos corredores comparan con las etapas más míticas del Tour de Francia en los Alpes. Esta energía del público es una de las señas de identidad de Zegama.

 

El clima como adversario

Si algo caracteriza a esta maratón, además de su recorrido exigente, es el clima impredecible y hostil. Mayo en el País Vasco puede significar sol, lluvia torrencial, niebla espesa o incluso nieve. Es habitual que los corredores se enfrenten a barro profundo, frío intenso y una visibilidad reducida. Esto hace que la Zegama-Aizkorri no solo exija rendimiento físico, sino también una fortaleza mental extraordinaria.

La meteorología juega un papel clave en cada edición. Hay años donde las condiciones obligan a modificar tramos o incluso limitar el acceso del público a ciertas zonas por seguridad. Pero también es parte de la leyenda: la Zegama no sería la misma sin el barro hasta las rodillas o las ráfagas de viento azotando las crestas.

 

Kilian Jornet: el rey de Zegama

Hablar de Zegama es hablar de Kilian Jornet, el corredor catalán que ha conquistado esta prueba como nadie. Debutó en 2007, con apenas 19 años, y sorprendió a todos ganando su primera Zegama en 2008. Desde entonces, ha participado en múltiples ediciones, logrando un total de 11 victorias, lo que lo convierte en el corredor más laureado de la historia de la prueba.

Su récord de la carrera, establecido en 2022 con un tiempo de 3:36:40, es considerado por muchos como una de las mayores hazañas del trail moderno, dado que se consiguió en condiciones extremadamente técnicas y en un recorrido intacto. Kilian no solo ha ganado, sino que ha creado un vínculo especial con Zegama. Él mismo ha declarado en varias ocasiones que “Zegama es Zegama”, una frase que ya forma parte del vocabulario popular del trail running.

Para muchos corredores, compartir línea de salida con Kilian en Zegama es cumplir un sueño. Y para el propio Jornet, esta carrera representa algo más que una competición: es un símbolo, una experiencia que conecta el deporte con la pasión del entorno.

 

Una comunidad entregada

Una de las claves del éxito de Zegama es la implicación total de la comunidad local. Desde los voluntarios hasta los espectadores, pasando por los organizadores, cada edición es el resultado de un esfuerzo colectivo. El pueblo de Zegama, de poco más de 1.500 habitantes, se transforma durante el fin de semana de la maratón: se llena de visitantes, corredores de élite, medios internacionales y aficionados.

El calor humano que transmite el público es inigualable. No hay rincón del recorrido donde no se escuchen aplausos, gritos de ánimo o incluso gaiteros amenizando los tramos más duros. Esta conexión entre el pueblo y la montaña, entre el corredor y el espectador, es lo que convierte a Zegama en una experiencia casi espiritual.

 

Dificultad para participar

Dada su creciente popularidad, entrar en la Zegama-Aizkorri se ha convertido en una odisea. La organización limita la participación a 500 dorsales, lo que genera una enorme demanda. Más de 10.000 personas suelen intentar inscribirse cada año, y muchas quedan fuera en el sorteo. Incluso corredores élite deben solicitar invitaciones o cumplir ciertos requisitos para ser considerados.

Esta dificultad no ha hecho sino aumentar el aura de misticismo que rodea la carrera. Quien corre Zegama, sabe que está participando en algo especial.

 

Más que una carrera, un mito

En resumen, la Zegama-Aizkorri no es simplemente una maratón de montaña. Es una liturgia deportiva, un desafío que combina naturaleza, historia, cultura y pasión en dosis extremas. Correr Zegama significa adentrarse en uno de los escenarios más épicos del trail running mundial, donde cada kilómetro es una batalla y cada cima, una victoria emocional.

Ya sea por el terreno salvaje, la intensidad del público, las hazañas de Kilian Jornet o la lluvia constante, Zegama ha conquistado un lugar en la leyenda. Como bien reza el dicho entre corredores: "Zegama es Zegama". Y no hace falta decir más.

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